El segundo día del bloqueo se caracterizó por una escalada de la tensión que hizo la situación considerablemente más compleja. Desde las primeras horas de la mañana, la llegada de los uniformados al punto de concentración auguraba problemas.
Efectivamente, se vivieron momentos de gran tensión en los que las fuerzas del orden y los manifestantes prácticamente se enfrentaron, elevando el nivel de conflicto.
No obstante, el punto de inflexión y lo más preocupante para la seguridad de los civiles se produjo más tarde, cuando las autoridades optaron por retirarse del lugar. Esta decisión dejó a la deriva a cientos de conductores varados, en especial a aquellos al mando de tractomulas, quienes quedaron completamente a merced de los manifestantes.
La noche se convirtió en un periodo de zozobra e inseguridad: lejos de ser tranquila, la oscuridad trajo consigo reportes de conductores agredidos, daños significativos a las tractomulas y una serie de incidentes violentos que reflejaron la ausencia total de control, dejando una marca de caos y desprotección.