Campeón del mundo como jugador, 1974, y después como seleccionador, 1990, presidente del Bayern y gran organizador del Mundial-2006: durante más de medio siglo Franz Beckenbauer fue protagonista en el fútbol alemán, convirtiéndose en el ‘Kaiser’ polifacético de la Alemania posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Es una historia que Franz Beckenbauer solía contar, una anécdota que marcó su destino. Con 12 años, el chico del barrio popular y obrero de Obergiesing, en Múnich, descubre el fútbol en el SC 1906 Múnich.
En el verano de 1958, en un torneo para jóvenes, se enfrenta al entonces gran club de la capital bávara, el Múnich 1860, por el que iba a fichar más adelante.
Después del encuentro, Beckenbauer se muestra convencido: se niega a ir a ese club “de camorristas” y se vuelca orgullosamente en apoyo del rival, el Bayern. Es el inicio de una larga historia entre el Bayern y el joven Franz, que se convertirá en unos años en el ‘Kaiser’ o emperador alemán.
Nacido en septiembre de 1945 entre las ruinas de la Alemania de después de la guerra, hijo de un director de oficina de mensajería, Beckenbauer ficha por el Bayern en 1964 cuando aún no había cumplido los 19 años, y allí pasará gran parte de su carrera.
El equipo da nacimiento a un puesto a la medida de su talento: líbero, que se mueve por detrás de la defensa, pero que acude a menudo al centro del campo, lo que le permitió marcar no pocos goles.
Jugador de raza y elegante, con porte altivo, se forjó un palmarés espectacular con el Bayern: cuatro títulos de campeón de liga y otros tantos de Copa alemana, dos Balones de Oro, tres victorias consecutivas en Copa de Europa de clubes, antecesora de la Liga de Campeones.
Con la selección alemana logró el doblete Eurocopa (1972) y Copa del Mundo (1974). Como broche de oro, el título planetario tiene lugar en casa, en el estadio Olímpico de Múnich, cerca de su pueblo natal.
Más aún que Gerd Müller o Sepp Maier, sus compañeros en la Nationalmannschaft y en el Bayern, Beckenbauer encarnó como ningún otro la potencia del fútbol alemán en los años 1970
Una foto muestra la leyenda del ‘Kaiser’ Franz, símbolo de su abnegación: Beckenbauer, con el brazo en cabestrillo (el implemento que mandan los médicos para que quien sufre una fractura en un miembro superior descanse la zona), con una clavícula rota, durante la semifinal del Mundial-1970 perdida contra Italia (4-3 en la prórroga), en lo que se denominó ‘el partido del Siglo’.
Sus últimas temporadas las pasó entre Nueva York y Hamburgo, antes de colgar las botas en 1983 y de comenzar una carrera como entrenador, algo que no entraba en sus planes cuando era jugador.
Nombrado seleccionador de la ‘Mannschaft’ en el verano de 1984, después de una decepcionante Eurocopa en Francia, lleva a la selección alemana a la final del Mundial-1986, perdida contra la Argentina de Diego Maradona, antes de tomarse la revancha cuatro años después contra la misma Albiceleste, en Roma.
Beckenbauer entró así en la leyenda, convirtiéndose en el segundo hombre en proclamarse campeón del mundo como jugador y como entrenador, después del brasileño Mario Zagallo, quien curiosamente falleció el pasado viernes, dos días antes que el alemán.